viernes, 2 de abril de 2010

De la soberanía del pueblo al nacionalismo

¿Por que iban a impulsar la idea de la soberanía popular los teólogos de una Iglesia en la que el pueblo no tenía voz alguna en la elección de papas, obispos o sacerdotes?

Existían dos grandes poderes que se disputan la autoridad suprema en Europa: el poder del emperador y el poder del papado.

La teoría de la soberanía del pueblo daba al papa el poder de destituir a un emperador o un monarca si lo estimaba oportuno. Así fomentando tal teoría se debilitaba la autoridad real frente a la papal. Se podía deponer a un rey injusto pero no era posible deponer a un papa por más inicuo que fuera.

Para el cardenal Belarmino y otros jesuitas, seguidores de Tomás de Aquino, todo poder y toda autoridad vienen de Dios, pero no pasa directamente de Dios a los gobernantes sino que son transmitidos por Dios al pueblo, tomado éste como un todo.

Es la doctrina de la soberanía popular. Los defensores de la soberanía popular veían así un medio de debilitar la autoridad real frente a la papal. Si la autoridad de los reyes viene del pueblo y está, por tanto, sometida a él, es manifiesto que está subordinada a la autoridad de los papas quienes mediante un procedimiento ordenado podían deponer a un rey injusto. De este modo la soberanía popular pasó a ser un arma que podía utilizar el papa para dirigir las decisiones de los soberanos y, si era necesario, lograr que los depusieran.

Pero la teoría de la soberanía popular terminó por volverse en contra de la Iglesia Católica. En los siglos XVII y XVIII, algunos filósofos como Thomas Hobbes, John Locke y el francés Jean-Jacques Rousseau, analizaron la idea de la soberanía popular. Elaboraron varias versiones de la teoría del “contrato social”.

Así Rousseau afirmó que para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social implícito, que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza. El Estado es la entidad creada para hacer cumplir con el contrato de derechos y deberes de los ciudadanos.


Tales derechos y deberes ya no se basan en la teología, sino en el “derecho natural”, lo que llevó a una pérdida de poder de la Iglesia Católica y del papado.

Cuando estalla la Revolución Francesa en 1789 los franceses repudiaron el derecho divino de los reyes, el dominio de la nobleza y las prerrogativas de la Iglesia Católica. No obstante si se hubiera seguido la doctrina del contrato social defendida por Rousseau todos los ciudadanos hubieran tenido la misma capacidad de decisión a la hora de elegir a sus gobernantes, se hubiera llegado a una democracia basada en el sufragio universal que no era deseada por los dirigentes de la Revolución Fancesa, porque , al fin y al cabo, aquella fue una revolución de la burguesía para alcanzar el poder que tenía la nobleza y el clero, no para dárselo al pueblo.

Entonces se establece el concepto de soberanía nacional según la cual el pueblo forma una " Nación", una entidad real que es la depositaria, la titular de la soberanía.El pueblo elige entre varias corrientes ideológicas, políticas o económicas, quienes nombran unos representantes de la soberanía que ahora obstenta la Nación. La aceptación de la Nación-Estado como fuente legítima de la que dimana la autoridad condujo al nacionalismo.

No se puede considerar, pués, al nacionalismo como un fenómeno muy antiguo, ni considerarlo como un elemento permanente de la conducta política. Son las revoluciones de Estados Unidos y Francia sus primeras manifestaciones importantes.

Un gran éxito de la burguesía, esto del nacionalismo, como escribió Ivo D. Duchacek : "El nacionalismo divide a la humanidad en unidades mutuamente intolerantes. En consecuencia,el hombre piensa primero como norteamericano, ruso, chino, egipcio o peruano, y en segundo lugar, si acaso, como ser humano."

No se requieren cualidades intelectuales o morales para ser nacionalista, basta con haber nacido en algún lugar para convertirse en un nacionalista.

Daniel Fried escribió: "El nacionalismo... se parece al alcohol barato. Primero te emborracha, después te ciega, y después te mata".

Bonita cita pero me quedo con la del insigne Josep Pla :" El nacionalisme es com un pet, només li agrada a qui se'l tira."

NACIONALISMO

Hace unos cuarenta años leí en una revista de difusión mundial que uno de los " grandes pecados" de la humanidad era el nacionalismo. Han pasado unas décadas y la realidad se ha encargado de demostrar con guerras y genocidios la verdad de aquella afirmación.
Como escribió George M. Taber: "De todos los ismos políticos de la historia, el más marcado tal vez sea el nacionalismo, [...] En su nombre se ha vertido más sangre que en el de cualquier otra causa salvo la religión. Los demagogos han incitado durante siglos a turbas fanáticas culpando de todos sus problemas a algún grupo étnico de los alrededores".

¿Cómo surge -lo que en palabras de Erich Fromm - se define como esa " forma de incesto,[que ] es idolatría, es locura, es un culto ... ?


Hay quienes dicen que ya en la antigua Grecia surge la idea de " la soberanía del pueblo", de la " democracia", pero la realidad es que la llamada democracia griega de entonces existía en pocas ciudades-estado y en ellas solamente votaban los varones con ciudadanía que eran menos de la mitad de la población, las mujeres, los esclavos, los forasteros estaban excluidos. Sin duda ni era democracia, ni soberanía popular.

¿Quiénes promovieron el concepto de la soberanía del pueblo?

Lo introdujeron en la Edad Media los teólogos católicos. En el siglo XIII, Tomás de Aquino mantuvo que aunque la soberanía tenía su origen en Dios, se le había conferido al pueblo.

Su obra Suma Teológica señala: " la mejor constitución en una ciudad o nación es aquella en que uno es el depositario del poder y tiene la presidencia sobre todos, de tal suerte que algunos participen de ese poder y, sin embargo ese poder sea de todos, en cuanto que todos pueden ser elegidos y todos toman parte en la elección. Tal es la buena constitución política, en la que se juntan la monarquía –por cuanto es uno el que preside a toda la nación–, la aristocracia –porque son muchos los que participan en el ejercicio del poder– y la democracia, que es el poder del pueblo, por cuanto éstos que ejercen el poder pueden ser elegidos del pueblo y es el pueblo quien los elige. Tal fue la constitución establecida por la ley divina".

Surge la pregunta : ¿Por qué impulsaban la idea de la soberanía popular los teólogos de una Iglesia en la que el pueblo no tenía voz alguna en la elección de papas, obispos y sacerdotes?

SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y EXCLUSIÓN. FRAGMENTACIÓN SOCIAL

Actualmente estamos inmersos en lo que podemos denominar la sociedad o la era de la información. Podemos afirmar esto ya que el siglo XX ha sido testigo de una avalancha de información sin precedentes. Bien sea a través de la página impresa, la radio, la televisión, Internet o algún otro medio, lo cierto es que el mundo se encuentra saturado de información. En su libro Data Smog—Surviving the Information Glut, David Shenk escribe: “La avalancha de información se ha convertido en una verdadera amenaza. [...] Ahora nos encaramos al riesgo de la obesidad de información”.
Se dice que una edición normal de un día de semana de The New York Times contiene más información que la que oyó en toda su vida la persona de término medio de la Inglaterra del siglo XVII. Además del periódico diario, la avalancha actual de información se ve incrementada por una multitud de revistas y libros de todo tipo sobre una gran variedad de temas. Cada año se publican decenas de miles de libros. Y dado que la información científica se duplica cada seis años, no es de extrañar que la cantidad mundial de tan solo publicaciones técnicas ascienda a más de cien mil. Por si fuera poco, Internet pone al alcance de sus usuarios inmensas bibliotecas de información.
El mundo está inundado de revistas comerciales, revistas para la mujer, revistas para los adolescentes, revistas sobre deportes y ocio —de hecho, revistas sobre casi cualquier tema e interés humano—, y todas claman por nuestra atención. ¿Qué puede decirse del publicista, el “pregonero de nimiedades”, según algunos lo han descrito? En su libro Information Anxiety , el autor Richard S. Wurman señala: “Las agencias publicitarias han declarado la guerra a nuestros sentidos con un aluvión de anuncios que hay que mirar, oír, oler y tocar”. Insisten en que para no ser menos que el vecino, uno necesita el producto más novedoso, el que tenga mejores prestaciones.
El doctor australiano Hugh MacKay, psicólogo e investigador social, dijo que ‘el mundo se siente abrumado por la información y a la gente se la invita a introducirse en el carril de adelantamiento de la superautopista de la información’. En opinión del doctor MacKay, el problema es que la explosión de programas de noticias y de actualidades en la radio y la televisión, junto con el gran aumento que ha habido en redes computarizadas de información, ha creado un mundo en el que la información que la gente recibe de los medios de comunicación tan solo es una representación parcial de los hechos y acontecimientos, no el cuadro completo.


La palabra información viene de la latina informare que transmite la idea de dar forma a algo, tal como el alfarero da forma a la arcilla. De ahí que algunas definiciones de informar den el sentido de “moldear la mente” o “dar forma o instruir la mente”. La mayoría de las personas mayores recordarán bien cuando, no hace tanto tiempo, la información consistía tan solo en una lista de hechos o datos que nos aportaban detalles como quién, dónde, qué, cuándo o cómo. No había ningún vocabulario ni jerga especial de la información. Todo lo que teníamos que hacer era pedirla o buscarla nosotros mismos.
Pero llegó la década de los noventa, y con ella tantos términos nuevos relacionados con la información. Si bien algunas de estas palabras o expresiones son relativamente fáciles de comprender o deducir, como “infomanía”, “tecnofilia” y “era de la información”, otras resultan bastante complicadas. El mundo de hoy está siendo arrastrado por la infomanía: la creencia de que quien posee más información tiene ventaja sobre los que no pueden acceder a ella con tanta facilidad, y de que la información ya no es un medio para alcanzar un fin, sino un fin en sí mismo.
Un aluvión de sistemas de telecomunicación y nuevas posibilidades tecnológicas, como el fax, el teléfono móvil (celular), la fibra óptica, la computadora personal (a la que algunos consideran el símbolo y la mascota de la era de la información) están fomentando esta idea y haciendo que la sociedad esté creciendo y sufriendo transformaciones tanto económicas como sociales.
La comodidad, velocidad y capacidad de las computadoras ha permitido acceder a más información que nunca antes; y tanto es así que Nicholas Negroponte, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, dice: “La informática ya no tiene que ver con las computadoras. Tiene que ver con la vida”. Eso explica por qué la información y los medios técnicos que la transmiten han llegado a valorarse excesivamente, en algunos casos hasta a reverenciarse, y cuentan con una multitud de incondicionales en todas partes del mundo. Los programas televisivos de noticias y de actualidades son considerados como el evangelio, y los de entrevistas divulgan montones de trivialidades que el público en general se traga crédulamente y sin cuestionar.
La era de la información ha cambiado nuestra forma de vivir y trabajar.

Pero, ¿es siempre beneficiosa toda esta avalancha de información? ¿beneficia a la sociedad o en realidad perjudica a la sociedad como tal todos estos adelantos tecnológicos?.

Por supuesto, todos necesitamos estar bien informados, pero tener cantidades ingentes de información no necesariamente nos educa en el sentido estricto de la palabra, pues mucho de lo que se hace pasar por información no son más que simples hechos o datos en bruto, que no guardan ninguna relación con nuestra propia experiencia. Hay quienes hasta recomiendan que en lugar de “explosión de información”, habría que llamar a este fenómeno “explosión de datos” o, aún más irónicamente, “explosión de no información”. Hazel Henderson, analista económica, lo ve de esta manera: “La información de por sí no ilumina. En este ambiente dominado por los medios de comunicación, no podemos especificar lo que es información errónea, desinformación o propaganda. Centrarse en la simple información ha conducido a una avalancha de miles de millones de pizcas de datos sueltos y en bruto, cada vez menos valiosas, en lugar de llevarnos a la búsqueda de nuevos y valiosos patrones de conocimiento”.
El comentario de un presidente del Grupo Editorial Encyclopædia Britannica, es el siguiente: “La mayor parte de la información correspondiente a la era de la información sencillamente se desperdicia; no es más que ruido. La frase explosión de información es muy acertada, pues una explosión impide oír otros sonidos. Si no podemos oír, no podemos saber”. Orrin E. Klapp expresa así su punto de vista: “Me imagino que nadie sabe cuánta de la información que recibe el público es en sí seudoinformación, es decir, que pretende decir algo pero en realidad no dice nada”.
Seguramente recordemos que gran parte de la educación que recibimos en la escuela se centraba en aprender una serie de datos para poder pasar los exámenes. Muchas veces los memorizábamos justo antes del examen. Si duda no la recordamos en su mayoría y tampoco nos enseñaba a razonar, es más, fomentaba el pensamiento unidireccional tal como intenta hacer la avalancha de información que nos llega.

Si no se controla debidamente, el deseo de obtener más y más información puede salir caro en términos de tiempo, sueño, salud y hasta dinero. Aunque es cierto que tener más información ofrece más opciones, también es cierto que puede crear ansiedad ya que la persona quiere estar segura de haber revisado o visto toda la información disponible. El doctor Hugh MacKay advierte lo siguiente: “En realidad, la información no es un camino hacia la iluminación. La información, de por sí, no arroja ninguna luz sobre el sentido de nuestra vida, tiene muy poco que ver con obtener sabiduría. Es más, como sucede con otras posesiones, puede llegar a ser un obstáculo para la sabiduría. Es posible que sepamos demasiado, tal como es posible que tengamos demasiado”.
Muchas veces la gente se siente agobiada no solo por el gran volumen de información accesible hoy día, sino también por la frustración de tratar de transformar la información en algo que sea entendible, significativo y realmente informativo. Se ha dicho que podríamos ser “como una persona sedienta condenada a utilizar un dedal para beber agua de una boca de incendios. La inmensa cantidad de información disponible y la manera como suele comunicarse hace que gran parte de ella nos resulte inútil”. Por consiguiente, lo que dicta si cierta información es suficiente no es la cantidad, sino la calidad y lo útil que esta nos resulte personalmente.


En el aspecto económico la sociedad de la información ha derivado hacia la creación de un mundo global. La globalización es el cambio de un régimen de economías nacionales bien definidas a una economía planetaria. En la actual “aldea mundial” se ha internacionalizado la producción de bienes, y el dinero cruza las fronteras de forma libre e instantánea. Es, prácticamente, el comercio sin barreras geográficas. En este sistema, las multinacionales ostentan un enorme poder, y los inversionistas anónimos pueden fomentar la prosperidad material o la recesión en cualquier región del globo.
Siendo causa y efecto de la revolución de la información de tiempos modernos, la globalización se apoya en el gran avance de las telecomunicaciones, el increíble aumento de la capacidad informática y el desarrollo de redes telemáticas como Internet. Tales avances le permiten superar las barreras de la distancia física.


Según sus defensores, la globalización puede constituir un torbellino de comercio e inversión que potencie la economía y el desarrollo hasta en países muy pobres. Por ejemplo, tan solo en la década de los noventa, el capital extranjero ha invertido un billón de dólares en las economías en vías de desarrollo. Este fenomenal aumento en la inversión internacional ha propiciado la construcción de carreteras, aeropuertos y fábricas en las naciones necesitadas. La globalización ha contribuido, sin duda, a elevar la calidad de vida de diversos países de todo el mundo, un ejemplo, hasta hace poco se necesitaban al menos dos generaciones para doblar el nivel de vida; en China, ahora se duplica cada diez años. Se cree que la globalización brinda oportunidades sin precedentes a miles de millones de personas. La asombrosa expansión del comercio mundial ha generado una ola de productividad y eficiencia, y ha creado nuevos empleos.
Pero los críticos señalan que la globalización también puede ocasionar el derrumbe de algunas economías de la noche a la mañana. Basta con hacer unos cuantos clics con el ratón de la computadora para devaluar rápidamente una moneda nacional, y así dejar sin valor los ahorros de toda la vida de millones de padres de familia. Los lúgubres presagios de un influyente analista de Wall Street pudieran provocar una desbandada de inversionistas deseosos de vender las acciones que poseen en Asia, lo que generaría un vacío de capital que terminaría hundiendo a millones de seres en la miseria. O quizás una junta directiva decida el cierre de una planta en México para abrir otra en Tailandia, con la consiguiente creación de empleo en Asia y el empobrecimiento de centenares de familias en Latinoamérica.
En opinión de muchos, la globalización ha hecho la vida más difícil para amplios sectores sociales, y amenaza con sumir en el atraso a una buena porción del mundo. No es casualidad que el decepcionante desarrollo económico de gran parte del África subsahariana se debe a que no ha logrado integrarse en la economía mundial y, por tanto, no ha conseguido realizar con eficiencia las actividades comerciales ni atraer la inversión.
Por tanto ha aumentado la fragmentación social, los países pobres siguen siendo más pobres y los ricos más ricos.





De modo que la globalización forma bolsas de riqueza en las naciones pobres y mares de pobreza en las ricas. David Korten explica en parte en su libro When Corporations Rule the World : “En los países con bajos ingresos, el rápido crecimiento económico trae consigo aeropuertos modernos, cadenas de televisión, autovías y centros comerciales climatizados que venden modernos electrodomésticos y ropa de marca asequibles a unos cuantos privilegiados. Rara vez mejora la calidad de vida de la mayoría. Tal crecimiento exige orientar la economía hacia la exportación para obtener las divisas que permitan a los acaudalados adquirir sus caprichos. De ahí que se quiten a los pobres sus tierras para realizar cultivos exportables. Los ex agricultores malviven en tugurios urbanos con míseras pagas obtenidas en talleres explotadores que elaboran productos de exportación. Las familias se desintegran, el entramado social se deteriora gravemente, y la violencia se convierte en un mal endémico. Los favorecidos por el crecimiento necesitan entonces más divisas, pues han de importar armas para protegerse de la ira de los desheredados”.
A escala internacional, la globalización somete a mayor presión a los trabajadores, pues los gobiernos degradan el nivel salarial y las condiciones laborales a fin de atraer la inversión extranjera con promesas de bajos costos. Aunque algunos países recién industrializados registran un aumento en las exportaciones a consecuencia de la mayor libertad en el comercio mundial, las naciones más pobres quedan en su mayoría rezagadas.


La codicia insaciable y la falta de moral han creado un mundo de sangrantes disparidades económicas. Fernando Cardoso, presidente de Brasil, expresó su inquietud: “La tarea de humanizar el desarrollo en la era de la globalización es un gran desafío, pues todos debemos afrontar el vacío ético que se genera al idolatrar el mercado”.

Por tanto , una sociedad en la que la información, en vez de contribuir al desarrollo personal y a mejorar los niveles de competitividad económica , nos va llevando a un mundo globalizado en el que las desigualdades sociales se han incrementado, dista mucho de ser el ideal de una sociedad civil, próspera y orientada hacia una vida en la que todo el mundo viva dignamente, en paz con el prójimo y en armonía con el planeta. Mientras que en la lucha entre el poder y los valores, sea el poder el ganador, la información estará segada y manipulada, en la mayoría de las veces, manteniendo el viejo modelo social

EL RAZONAMIENTO Y LAS FALACIAS


“ Que nadie los engañe con palabras vacías. . “. (Efesios 5:6)



Por todas partes abunda el lenguaje persuasivo, ya sea en la propaganda, en la publicidad o en la desinformación con apariencia informativa. Ese lenguaje se enmascara con rasgos de verdad pero encierra falacias o argumentos falsos por lo que hay que aplicar la capacidad de razonar para no dejarse engañar.
Una de esas falacias es la llamada: Argumento ad populum, también conocida como Falacia de apelación a la multitud o, lo que es lo mismo, aquello de que “todo el mundo lo hace”.
Con esta falacia o falso razonamiento se pretende sostener la verdad o negarla porque una supuesta o real mayoría de la gente la apoya o la niega.
Lo falaz del razonamiento es que se sigue un interés , un prejuicio, una emoción o una creencia que es popular. Esta falacia está relacionada con apelar a la tradición: “ siempre se ha hecho eso” , a la práctica: “ si todo el mundo lo hace”, o a la creencia “ la mayoría de la gente lo cree”.
Esa falacia induce a la gente a practicar cosas que su razonamiento le haría rechazar: la crueldad con los animales en las fiestas populares no es tal porque siempre se ha hecho así, es una tradición; robar o defraudar no pagando impuestos porque todo el mundo que puede hacerlo lo hace; la teoría de la evolución es una realidad científica, porque muchos así lo creen, y así tomar drogas, ser inmoral …porque “todo el mundo lo hace”
La realidad es que no todo el mundo hace esas cosas, y aunque sí las hiciesen, eso no sería razón para que las hiciéramos ni las haría correctas ni ciertas.

كتاب الحقيقة

Dieu nous a créés et nous a mis sur la terre, c’est à lui de nous dire ce qu’il veut nous voir faire. Comment procède-t-il? Comme il ne s’adresse pas à chacun de nous sur le plan individuel, c’est par écrit qu’il nous communique sa volonté.

Où trouvons-nous les instructions divines écrites à notre intention? Les lecteurs du Coran ont déjà une idée sur la question, car ce livre fait de nombreuses références à la “Parole de Dieu”. Au début du Coran, nous lisons: “Ceux qui croient à la révélation qui a été donnée à toi [Mahomet] et à ceux qui t’ont précédé; (...) ceux qui croient avec certitude à la vie future.” — Sourate 2, Al-Baqara [La génisse], verset 3.

Que faut-il entendre par “la révélation qui a été donnée (...) à ceux qui t’ont précédé”? Le Coran mentionne trois écrits distincts. L’un est cité dans la sourate 5, Al-Mā’ida [Le plateau servi], versets 43 et 44; nous y lisons: “Mais comment peuvent-ils te prendre pour juge — et ils ont près d’eux la Thora où est le jugement de Dieu, — et ensuite, après cela, tourner le dos? Ces gens-là ne sont pas croyants! Oui, Nous avons fait descendre [révélé] la Thora, où il y a guidée et lumière.” On note ainsi que la Thora, c’est-à-dire les écrits de Moïse, est citée dans le Coran comme étant la Parole de Dieu.

Le Coran dit encore: “Et ton Seigneur se connaît très bien à ceux qui sont dans les cieux et la terre. Et parmi les prophètes, Nous avons très certainement donné excellence à certains sur certains. Et à David Nous avons donné un Psautier.” (Sourate 17, Al-’Isrâ’ [Le voyage nocturne], verset 55). Les paroles suivantes sont également dignes d’intérêt: “Nous avons fait révélation à Noé et aux prophètes après lui. Et Nous avons fait révélation à Abraham, à Ismaël, à Isaac, à Jacob (...) et Nous avons donné le Psautier à David.” (Sourate 4, An-Nisā’ [Les femmes], verset 163). Noé, Abraham, Ismaël, Isaac et Jacob apparaissent tous dans les écrits de Moïse, la Thora.

Enfin, le troisième écrit auquel le Coran fait allusion est “l’Évangile”. À ce propos, on lit dans le Coran: “Nous avons lancé sur leurs traces [celles des prophètes] Jésus fils de Marie, en tant que confirmateur de ce qu’il avait devant lui du fait de la Thora. Et Nous lui avons donné l’Évangile, — où il y a guidée et lumière — en tant que confirmateur de ce qu’il avait devant lui du fait de la Thora, et en tant que guidée et exhortation pour les pieux. Que les gens de l’Évangile jugent d’après ce que Dieu y a fait descendre [y a révélé]! Quiconque ne juge pas d’après ce que Dieu a fait descendre [a révélé], eh bien, les voilà les pervers.” — Sourate 5, Al-Mā’ida [Le plateau servi], versets 46 et 47.

Tout lecteur attentif du Coran aura noté que la Thora, les Psaumes et les Évangiles sont désignés à maintes reprises comme étant la Parole de Dieu. Dans les 114 sourates ou chapitres du Coran, au moins 62 versets soulignent que ces trois écrits émanent de Dieu. Et au moins 12 autres versets disent que le Coran a été rédigé dans le dessein de confirmer ces trois écrits.

Voici quelques-uns de ces versets: “Ô enfants d’Israël! (...) Croyez au livre que j’ai envoyé pour corroborer vos écritures.” (Sourate 2, Al-Baqara [La génisse], verset 38). “Après qu’ils eurent reçu de la part de Dieu un livre confirmant leurs Écritures (...).” (Sourate 2, Al-Baqara [La génisse], verset 83). “Lorsqu’on leur dit: Croyez à ce que Dieu a envoyé du ciel, ils répondent: Nous croyons aux Écritures que nous avons reçues; et ils rejettent le livre venu depuis, et cependant ce livre confirme leurs Écritures.” (Sourate 2, Al-Baqara [La génisse], verset 85). “Il a peu à peu fait descendre [a révélé] sur toi le Livre, avec vérité, en tant que confirmateur de ce qui était avant lui. Et il a fait descendre [a révélé] en bloc la Thora et l’Évangile, auparavant, en tant que guidée pour les gens. Et Il a fait descendre [a révélé] le Discernement.” (Sourate 3, ’Âl ‛Imrân [La famille d’Amram], versets 3 et 4). “Voici un Livre que Nous avons fait descendre [avons révélé], béni, confirmant ce qui déjà était devant lui.” (Sourate 6, Al-’An‛âm [Les bestiaux], verset 92). “Et si tu es en doute sur ce que Nous avons fait descendre [avons révélé] vers toi, interroge alors ceux qui dès avant toi lisent le Livre.” (Sourate 10, Younus [Jonas], verset 94). “Et ce que Nous te révélons du Livre, c’est cela la Vérité, confirmation de ce qui se trouvait déjà avant ceci [la Bible].” — Sourate 35, Fâṭir [Créateur], verset 31.

Toutefois, le Coran ajoute qu’il ne suffit pas de savoir quels livres sont la Parole de Dieu, encore faut-il suivre leurs enseignements. “Dis aux hommes des Écritures: Vous ne vous appuierez sur rien de solide tant que vous n’observerez pas le Pentateuque [la Thora], l’Évangile et ce que Dieu a fait descendre [a révélé] d’en haut.” (Sourate 5, Al-Mā’ida [Le plateau servi], verset 72. Voir aussi la sourate 3, ’Âl ‛Imrân [La famille d’Amram], verset 93). Le Coran dit également: “Il en est de ceux qui ont été chargés de la Thora puis qui ne l’ont pas portée, comme de l’âne qui porterait des livres!” — Sourate 62, Al-Jumu’a [Le vendredi], verset 5.
En résumé, le Coran enseigne que ces trois écrits, à savoir la Thora, les Psaumes et l’Évangile, viennent de Dieu. Il faut les accepter et leur obéir. Savez-vous comment trouver ces écrits aujourd’hui? Ils ont été réunis en un seul livre, qui est l’ouvrage le plus diffusé dans le monde. Ce livre, traduit en entier ou partiellement en plus de 1 700 langues, c’est la Bible.