martes, 30 de septiembre de 2008

La constancia


Una de las capacidades más asombrosas del ser humano es la de planificar sus actividades, la de hacer propósitos con la finalidad de aprender algo, de mejorar en algo o alcanzar una meta.
Claro que lo que se planifica tiene que tener algún valor, no debe ser solo un sueño o una fantasía. De lo contrario debería rápidamente desecharse de la mente.
Kipling lo escribe acertadamente “Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo. Si piensas y rechazas lo que piensas en vano”.
Una vez hecho el propósito y comprobado que tiene valor, que no es algo en vano, viene lo difícil, es decir, ser constante al poner en práctica todo lo necesario para alcanzar nuestro objetivo.
Hay un tipo de personas a quienes les pasa como al animal en la fábula de Esopo, que , cuando no podía alcanzar las uvas, se excusó diciendo ““Las uvas están verdes y no se pueden comer.” No son constantes y restan valor al propósito que se habían hecho.
Otros toman decisiones fácilmente pero se cansan, se les apaga la ilusión y se desalientan porque ven muy lejana la meta que se han planteado.
Hay algunas cosas que nos van a ayudar a ser constantes:
1.- Ponte metas a corto plazo, o, en caso, de que tu meta sea a largo plazo, divídela en varias submetas que te sean fáciles de alcanzar. El éxito que lograrás será inmediato y te motivará a continuar.
2.- Comenta tus metas a familiares o amigos, el hecho de que otros lo sepan te dará fuerza adicional para cumplir tus metas. Ellos te van a preguntar.
3.- Asegúrate de que los medios que pones para conseguir tu meta son los más adecuados, pregunta y asesórate antes.
4.- Recuerda que , si no eres constante, te estás traicionando a ti mismo y que debes mantener tu dignidad.