sábado, 20 de septiembre de 2008

El sistema educativo (2)

En uno de sus artículos el Reader’s Digest, informó que una maestra que obtuvo calificaciones sobresalientes en la Universidad Estatal de Portland, Oregón (EE.UU.), era demasiado inculta para enseñar en un colegio de párvulos.

John R. Silber, presidente de la Universidad de Boston, lo explicó: “Dicho sencillamente: el diploma de los institutos de segunda enseñanza que se obtiene hoy es una credencial fraudulenta. No garantiza que la capacidad del graduado de leer y escribir esté a cierto nivel. No da a entender nada respecto a la habilidad de la persona para efectuar operaciones aritméticas sencillas... mucho menos álgebra, geometría del espacio o trigonometría. No asegura que el graduado tenga aptitud en la ciencia, en la historia del mundo o la de los Estados Unidos ni en cualquier otra materia. Lo que el diploma de las escuelas de segunda enseñanza dice es que un estudiante estuvo en una institución por unos 12 años”.

¿Pudiera ocurrir lo mismo a nivel universitario? El profesor Alfredo Prieto, en un artículo publicado en el diario El Mundo, señala “Las universidades españolas se obcecan en permanecer ancladas a metodologías educativas previas a la imprenta. Nuestros alumnos sufren un sistema educativo obsoleto basado en la memorización de conceptos de dudosa utilidad y en su reproducción fidedigna en los exámenes. Los docentes españoles infrautilizan las técnicas pedagógicas modernas y participativas como el aprendizaje basado en problemas excusándose en las deficiencias de medios y en la masificación universitaria. Las autoridades académicas incentivan la desidia docente al ignorar los resultados de las valoraciones de los alumnos, y encubren los más escandalosos casos de incompetencia docente al garantizar el anonimato de los peores profesores. Nuestro sistema universitario es además indiferente a las necesidades de los estudiantes”.

¿Pudiera el sistema escolar ser demandado? The Wall Street Journal, en un articulo refleja la situación: “Si una escuela gradúa a un estudiante sin tomar en cuenta lo que éste ha aprendido, se le puede poner un pleito por ello. Se han entablado tales pleitos en contra de escuelas por todos los Estados Unidos, y la acusación esencial ha sido negligencia docente”.

Hay un intento general de buscar culpables del fracaso del sistema educativo: los profesores, los padres, la entera sociedad, los alumnos, la administración educativa...
En esta línea una asociación de profesores señala: “la politización de la enseñanza ha provocado la creación de redes de intereses tan tupidas como difíciles de desmontar. Cualquier esbozo por cambiar las cosas suscita automáticamente el desfile de los más rancios conceptos de igualitarismo escolar. Es imprescindible empezar a mostrar la distancia que existe entre conceptos como autoridad y autoritarismo, o entre igualdad e igualitarismo. [...] Cualquier tarea constructiva en educación tropieza inevitablemente con numerosos obstáculos que parten de la administración educativa”.
Hay una toma de conciencia de que el sistema educativo debe mejorar pero las soluciones no son nuevas leyes ni cargar a los docentes con ingentes cantidades de documentos que den como resultado unas estadísticas maquilladas para dar impresión de una enseñanza de calidad.
Las leyes deben estar respaldadas por recursos económicos y humanos que las hagan viables. Tenemos que pensar en soluciones, no en culpables. La realidad es que el sistema educativo debe cambiar por entero. En la construcción de una sociedad del conocimiento, debemos hablar de una educación permanente, o mejor de un aprendizaje permanente. Este aprendizaje es un aprendizaje social por medio del cual el conocimiento se interioriza, generando procesos de cambios de actitudes o de valores. Y desarrollando capacidades para el aprovechamiento de oportunidades o para adaptarse con éxito a un entorno cambiante.

En definitiva, el nuevo sistema educativo debe desarrollar la capacidad de “aprender a aprender” y debe durar toda la vida.

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